Nunca superaremos ninguna depresión post-parto, ningún tras pies en la vida, si no abrimos los ojos y aceptamos de corazón aquello que sentimos por muy malo que pensemos que sea. Porque un problema, independientemente de su causa, nunca es un problema si no somos cocientes de ello.
Y es a partir de aquí, cuando nos quitamos la venda de los ojos y realmente oímos a nuestro corazón, cuando podremos separar los labios y abrir los brazos para pedir y recibir la ayuda que necesitamos. Sólo aquí podemos liberar sentimientos reprimidos que solo ahogaban nuestro corazón para robarle minutos de vida, días de ilusión y meses de alegría.
¡Sólo cuando aceptamos que sufrimos una depresión post-parto como miles de mujeres al año, sabremos que no estamos solas, ni locas, ni ñoñas. Estamos vivas y por ello a veces sufrimos de una manera distinta en una época de nuestra vida!
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