Y la respuesta, si os soy sincera es: NO LO SÉ. Primero, porque tras todo lo que pasé al dar a luz Adriana, que contaré poco a poco junto al tema de la semana, aprendí y me prometí, que jamás volvería a idealizar una situación similar, realmente ni esta ni ninguna. Pues cada acontecimiento de nuestra vida tiene vida propia, de la cual nosotros somos participantes, pero no protagonistas.
Y lo segundo, es que no sé como me sentiré. Mi deseo e ilusión, es poder llegar a ser del club de las mamás adictas a dar de mamar, pero lamentablemente eso no lo elijo yo. Cómo ya os cuento en "COMO VIVÍ MI LACTANCIA".
Pero si confesaré, que si vuelvo a sentirme exactamente igual o similar en mi segunda maternidad, es muy probable que pase al biberón, pues no quiero sentir más culpas ni miedos, no quiero más sufrimiento por pensar o sentir que no le doy a mi hijo/a todo aquello que necesita y no sólo hablo de alimento.
Porque mi experiencia a los 5 meses y medio, me enseño, que con el biberón también:
Se puede "amamantar".
Sé puede transmitir ternura, cariño y mucho amor.
Se puede crear un vínculo madre e hijo, distinto sí, pero al fin y al cabo un
vínculo.
Se puede alimentar, sin necesidad de que haya carencias.
Me enseño que lo importante de toda reciente maternidad es nuestro bienestar emocional. Un bienestar con el que nos sintamos seguras de nosotras mismas, animadas, a gusto con todo aquellos que hagamos y decidimos....en fin, cansadas pero felices. Porque de nada vale que seamos madres de libro si luego no sentimos, amamos, o deseamos lo que hacemos. De nada sirve amamantar si con ello se crea un malestar emocional.
Porque nuestro bienestar personal y familiar va a garantizar SU bienestar, en el presente y en el futuro.
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