Tal vez ha sido sin querer, tal vez ha sido porque
la moda que viste este siglo está confeccionada con ambición, materialidad, estrés,
interés propio y alguna costura más. Tal vez porque damos por sentado que todo
marcha bien mientras nadie diga nada, no lo sé.
Pero si sé, por como lo viví, y por como lo veo a
diario en el trabajo que nuestro estado anímico, emocional y psicológico tiene
tanta importancia o quizás algo más que las etapas del antes, durante y después
del parto.
Que nuestro “BIENESTAR EMOCIONAL” durante estas, posee tanta relevancia que
marcará que tipo de contrato firmaremos con nuestra maternidad y como nos desenvolveremos
en ella.
No considero, ni lo más mínimo, que haya descubierto
la pólvora, ni es mi propósito. Pero sí pienso, pido o reivindico, tal vez más
desde el ámbito profesional que del personal, aunque ambos son referencia para
mí, que deberíamos restar unos minutos de nuestra dedicación a temas en los
cuales hemos avanzado mucho, gracias a Dios. Relacionados con todo lo dicho
anteriormente y preocuparnos en estudiar, preguntar y empatizar un poquito más, con esa mujer, con
esa madre, que no sabe cómo gritar no puedo más.
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